Maternidad y Stress

Probablemente stress sea una de las palabras más mencionadas en la actualidad. El ritmo de la vida cotidiana se aceleró notablemente y la rutina se vio modificada. Todo el mundo dice estar estresado. Ahora bien, ¿qué es el stress? Toda situación que genere sensación de: Control débil sobre la situación, Imprevisibilidad, Novedad o bien amenaza al Ego (CINE), provoca una descarga de hormonas de estrés (cortisol y adrenalina) como si estuviéramos, al igual que en las etapas primitivas, frente a un mamut evaluando cómo enfrentarlo.

La búsqueda de un embarazo, la gestación y la maternidad están claramente plagadas de situaciones nuevas, imprevisibles, incontrolables. Desde interpretar qué quiere comunicar el bebé con su llanto hasta preocupaciones sobre su salud o de la mujer misma durante la gestación hasta cómo y cuándo reinsertarse en el trabajo o si se tendrá la leche suficiente para amamantarlo. Una etapa en la que las novedades, incertidumbres, felicidades y angustias están a la orden del día. En síntesis, estrés a la máxima potencia.

 La secreción de ambas hormonas es una reacción normal del organismo que lo prepara para enfrentar situaciones de amenaza por lo que el cuerpo manifiesta una serie de cambios a nivel físico como por ejemplo mayor irrigación de sangre a los músculos, dilatación de las pupilas, aumento de la frecuencia respiratoria, entre otras. Es así como el cuerpo se prepara para afrontar la situación que es vivida como una amenaza y el cerebro es estimulado por el cortisol para tener una mayor claridad a la hora de tomar decisiones.

Sin embargo, ese estrés debe reunir determinadas condiciones para considerárselo dentro de los parámetros óptimos. Es que cuando el estado de alerta no se resuelve, la secreción de cortisol y adrenalina que generan stress persisten y no se genera el tiempo necesario para poner pausa y reparar el cuerpo y la mente, desembocando en un desequilibrio hormonal y psíquico.

¿Cómo manejar entonces ese situación que por definición misma es stressante?  El stress genera especial impacto en las mujeres que transitan la delicada etapa perinatal que incluye el embarazo y el primer tiempo de crianza, de aprender a ser mamá. Un cúmulo de sensaciones arrasan a la mujer en esta etapa: dudas sobre cómo manejarse con el bebé, sensación de incompetencia o culpa por posibles errores, irritabilidad, ansiedad, miedos, temores. Estudios médicos demuestran que una experiencia amena durante el parto puede influir en la salud de madre e hijo e incluso hay conexión entre el estrés de la madre y la salud del niño. Sucede que el cortisol influye de manera negativa en el desarrollo del cerebro del bebé y, por ende, repercute en su evolución futura. Las abuelas con su dicho “no te pongas mal que el bebé lo siente” tenían razón.

Pero la clave está en entender que cada persona tiene la chance de gestionar el stress de modo de evitar consecuencias físicas y psíquicas sobre su  salud. Encontrarse con otras mujeres embarazadas o que recién se estrenan como madre, mantener vínculos sociales, consultar a doulas y puericultoras, desarrollar actividades placenteras y relajantes como yoga, talleres artísticos, meditación ayudan a un estado general de bienestar. Un capítulo aparte merece la realización de actividad física que brinda beneficios biológicos (contribuye al balance hormonal u homeostasis), psicológicos (aporta a la autoestima) y sociales (vinculación con otros).

Asimismo, la consulta médica periódica para el seguimiento de la madre en el período perinatal es fundamental al contribuir a su cuidado y prevención de complicaciones como así también a fomentar el desarrollo de un vínculo con el bebé. Además, es esencial que la madre esté acompañada por un entorno afectivo de apoyo para prevenir situaciones de sobrecarga o abatimiento frente a la gran tarea de gestar y maternar.

Maffei Centro Médico

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